Muelas del juicio, ¿qué hacer con ellas?
El sobrenombre de “muela del juicio”, “cordal”, es debido a que la erupción del tercer molar coincide con el momento en el que uno comienza a ser res ponsable de sus actos. El término muela del juicio se atribuye históricamente a Hieronimus Cardus: “dens sensus et sapientia el intellectus (dens sensus)”, haciendo referencia al sentido común o justicia. La erupción del tercer molar suele ocurrir entre los 18 y los 22 años.
Un diente impactado es aquel que aún no ha erupcionado en la arcada en el tiempo esperado, bloqueado por un obstáculo mecánico (hueso, dientes, tejidos blandos). Un diente incluido es aquel que se encuentra retenido en el maxilar, rodeado totalmente de hueso.
Los dientes impactados o incluidos con mayor frecuencia son los terceros molares inferiores, seguidos de los terceros molares superiores y los caninos superiores.
¿Por qué se quedan incluidas?
La mayor parte de los casos se debe a factores locales entre los que están: aumento de la densidad del hueso circundante, la falta de espacio debido a maxilares hipodesarrollados (micrognátias) o a trastornos del tamaño y forma de los dientes (macrodontias, dientes supernumerarios), alteraciones en la posición y consiguiente presión del diente vecino, inflamaciones crónicas con un incremento en la consistencia de la mucosa oral que lo cubre. Entre los trastornos sistémicos, se asocia a enfermedades que afectan al crecimiento de los huesos faciales (acodroplasias, disostosis craneofaciales).
Se ha discutido mucho la causa genético-evolutiva como origen de este problema. Sostiene que el paso del hombre a la posición bípeda y el aumento de la capacidad craneal produjeron cambios en la mandíbula, que pasó a ocupar una posición más anterior y caudal, dando lugar a una reducción en el tamaño del arco mandibular en mayor medida que la disminución del tamaño dental. Esta discrepancia origina la inclusión dentaria.
¿Qué me pueden provocar?
Los cordales incluidos pueden presentar un gran abanico de manifestaciones clínicas:
• Procesos infecciosos: pericoronaritis, o inflamación del folículo del diente incluido, que alargándose en el tiempo puede provocar gingivitis, halitosis (mal olor), alteraciones periodontales en los dientes vecinos y abscesos faciales.
• Pueden producir caries y reabsorción de la raíz en dientes vecinos y úlceras traumáticas y dolorosas en los tejidos blandos de la boca.
• Constituyen un factor debilitante en la mandíbula, lo cual explica la mayor frecuencia de líneas de fractura en relación con el diente incluido.

Figura 1. Ortopantomografía con inclusión de
cordal superior e inferior.

Figuras 2 y 3: Inclusión de cordal inferior asociado a gran quiste que implica toda la rama ascendente de la mandíbula. Imagen antes y después de operarse con relleno de hueso del defecto del quiste.
¿Cuándo debemos exodonciarlos?
• Infecciones de repetición.
• En algunas fracturas de mandíbula, cuando el foco de fractura coincide con la inclusión.• Caries en el segundo molar y daño de dientes adyacentes.
• Dolor.
• Quistes y tumores asociados a los dientes incluidos (la presencia de las inclusiones se asocia con riesgo de presencia de quistes en los maxilares).
• Pérdida ósea alrededor de los dientes vecinos.
• Germenectomías: cuando aún no están formados (gérmenes) y provocan un bloqueo en la erupción de otro diente o se asocia ya un quiste.
• Indicaciones protésicas: según avaza la edad, en la mandíbula sin dientes se va perdiendo hueso y hace que dientes que estaban incluidos se hagan más superficiales, y puedan provocar desajustes en prótesis o infecciones.
• Por indicación del ortodoncista.
• Para prevenir problemas periodontales, especialmente si no están muy incluidos.
¿Dan problemas?
No más que otra intervención, en las manos adecuadas. Requiere un perfecto conocimiento de la zona anatómica a tratar por parte del cirujano, pues es un área por la que discurren distintos nervios que hay que preservar, y mucha experiencia.